Dean I. Weitzman, Esq.

Una defensa moldeada por toda una vida de experiencias

La abogacía ha sido uno de los objetivos personales de Dean desde su adolescencia, cuando varios incidentes ayudaron a dar forma a la dirección de lo que se convertiría en su carrera jurídica.

Cuando tenía unos 13 años, Dean estaba en la consulta de un médico, esperando una cita en una sala de espera muy concurrida.

"Había llegado a la cita un poco tarde y la sala de espera estaba llena", dijo. "Me senté y enseguida entró el médico. Me señaló y dijo en voz bastante alta: 'que la gente como usted, que recibe asistencia médica, no debería acudir tarde a una cita'. Mi familia lo pasaba mal económicamente, pero no era algo que quisiera compartir con toda la sala de espera".

"Obviamente, me sentí fatal", dijo. "Me sentí avergonzado. Sentía que no valía nada. Más tarde decidí que, cuando fuera mayor, quería dar voz a los que no la tenían, ayudar a los demás a no sentirse como yo me sentí aquel día en la sala de espera del médico. Esa experiencia vital me hizo sentir que necesitaba no encontrarme nunca en una situación en la que alguien pudiera tratarme así o denigrarme de esa manera. Me di cuenta de que quería defender a otras personas que estuvieran en una situación similar y ser su defensora. No sentía que tuviera un defensor en esa situación".

A menudo se oye decir a la gente que sus abogados no les hablan de sus casos ni les mantienen al día de lo que ocurre. Aquí no. El cliente es nuestro activo más importante, y es la persona de la que tenemos que asegurarnos de que está bien durante todo el proceso legal. Nos aseguramos de que sepan lo que pasa con su caso.

Unos años más tarde, una tensa situación legal en la que estaban implicados sus padres impulsó a Dean a profundizar aún más en su creciente pasión por defender a los demás.

"Otra de esas experiencias que me cambiaron la vida fue que mis padres tenían un salón de belleza y no eran expertos en negocios", explica. "Tenían un contrato de alquiler mes a mes y un día, el casero -una gran empresa de gestión inmobiliaria- les llamó y les dijo que tenían 30 días para mudarse. Fue muy duro".

Sus padres se vieron sorprendidos después de haber estado en ese lugar durante muchos años. La familia se vio obligada a trasladar el salón de belleza al sótano de su casa.

Una de las cosas que Dean más recuerda del incidente es que sus padres no tenían a nadie que les ayudara o luchara por ellos en una situación difícil. Empezó a pensar en ser abogado. Sus padres tenían algunos amigos abogados y Dean admiraba su trabajo.

"Eran tipos que representaban a sus clientes, demostraban sus puntos de vista y se aseguraban de defenderlos y de que el punto de vista o las necesidades de esa persona fueran escuchados y atendidos".

Esa es la persona que yo quería ser. Quería ser el tipo de persona que no permitía que otros se salieran con la suya a costa de los demás, como ese médico se salió con la suya el día que estuve en su consulta. Ese médico se fue a casa con su familia, cenó y se fue a dormir sin sentir nada. Yo me quedé sintiéndome mal y herida.

"Quería asegurarme de que la gente no hiciera eso a los demás", dijo Dean. "Me hice abogado litigante por ese tipo de comportamiento".

Eso es lo que hacen a diario Dean y su equipo de abogados, asistentes jurídicos y otros miembros del personal de MyPhillyLawyer: trabajan incansablemente en nombre de sus clientes para garantizar que estén bien representados y sean escuchados.