Efectos de la quiebra de un fabricante de automóviles en los lesionados

A principios de esta semana, el Presidente Obama anunció una noticia que se esperaba desde hace meses: General Motors se ha declarado en quiebra, con planes de emerger como una "nueva" corporación más fuerte y viable. Este anuncio se produjo justo un día después de que el juez Arthur J. González aprobara la venta de la mayor parte de los activos de Chrysler a una nueva empresa, dirigida por Fiat.

Ninguno de los dos acontecimientos fue una gran sorpresa; los problemas financieros de ambas empresas son bien conocidos. Sin embargo, en ambos casos, los planes de quiebra incorporaban términos poco ortodoxos. Esencialmente, estos planes de quiebra dejan a las personas perjudicadas a cargo de los errores financieros de las empresas.

Según estos planes, ninguna de las dos empresas emergentes será responsable de las demandas en curso por accidentes de coche que atribuyan muertes o lesiones graves a negligencias de General Motors o Chrysler. Además, ninguno de los dos planes ha reservado activos para un fondo de accidentes, que podría utilizarse para indemnizar a las personas que sufran lesiones como consecuencia de vehículos defectuosos.

A las víctimas de vehículos defectuosos les quedarán pocos recursos contra los fabricantes de automóviles. Aunque los perjudicados podrán demandar a las "antiguas" empresas, se verán obligados a competir por unos activos muy limitados con otros acreedores no garantizados, lo que prácticamente garantiza que nunca recibirán indemnización alguna.

Para garantizar el futuro de la industria automovilística estadounidense, es importante que Chrysler y General Motors puedan reestructurarse. Esto requiere un difícil equilibrio de intereses contrapuestos y muchas personas no estarán contentas con las condiciones. Es inevitable. Sin embargo, esta reestructuración no debe hacerse en absoluto a expensas de las personas gravemente heridas.